miércoles, 11 de julio de 2012

EL BESO ELECTRÓNICO





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EL BESO ELECTRÓNICO

Una estudiante de la Universidad Comercial se presentó al ingeniero Migras con una obra que, aseguró, no tenían. Se llamaba el Beso Electrónico y, efectivamente, no la tenían.

Era una ingeniosa novela enigma de imágenes y texto, que bien podría situarse en los niveles superiores de la memoria infinita, aquellos que motivan la creación.

El Libro Electrónico crecía sin cesar y sus servidores se jactaban de la calidad de sus aportaciones. Migras, atento a aumentar su currículo, aceptó el programa y comenzó los trámites para su inclusión. La Computadora fue haciéndole paso a través de fichas y fichas. A velocidad de vértigo, eso, sí.

La estudiante parecía divertida ante el incesante parpadeo de las pantallas. Cuando se pararon tuvo que firmar sobre una, dos, tres documentos. Lo hizo con seudónimo, algo perfectamente permitido a cualquier artista. Puso: + ó - Migras había visto otros más disparatados. La memoria engulló la obra y extendió un cheque para la autora.

El ingeniero celebró su éxito fastidiando a colegas y pavoneándose en revistillas de mala muerte. Ligó y todo, cosa que le bajaba los humos.

Cuando recibió la confirmación del rápido ascenso por los programas del Beso Electrónico, escribió un análisis sobre "la búsqueda del lugar de influencia de una obra maestra en el Libro Infinito". Una teoría de destino a la que Migras era afecto y sobre la que hacia ensayos siempre que podía. Y no es que el Beso Electrónico fuera una obra maestra, sino que el modo rápido de ascenso por la memoria le servía para extrapolar y teorizar sobre uno de sus temas favoritos. Su ensayo fue publicado en una revista especializada y tuvo cierta repercusión en las secciones de cultura de algunos medios de comunicación.

A Migras le gustó especialmente una información de la T´KUL´, en la que se veía una animación de la Teoría del Destino Electrónico.

La obra fue aceptada definitivamente en unos días y el ingeniero se dedicó a la rutina de siempre: seleccionar calidad y derivar al almacén de ondas especiales la cantidad de morralla que tenia que tragar el LI.

Todo perfecto en el vientre de una de las mayores fuentes de Información del universo. El cerebro más complejo creado por el hombre. Una fuerza que crece por sí misma y que constantemente está proporcionando materia prima valiosa a la Universidad Comercial.

Hasta que en un turno de trabajo, Migras sufrió una interrupción en la Pantalla Maestra de su control. Apareció un poemilla animado sobre el Beso Electrónico que decía así:



He besado a hombres

y he temblado.

Te he besado a ti

que no puedes cerrar los ojos al besar.

Tus electrones me penetran

de labios a labios.

Una tensión, un ansia de más, más.

El placer tiene que ser infinito,

no acabar...

Instante, instante, sé para siempre,

llévame por el cielo como en una escoba,

colgada de tu boca de concurso de beso.

¿Me sientes?

He besado a hombres,

me supo a mucho y a poco.

Y te he besado a ti.

Te siento como un cuerpo

de tentáculos hipnóticos.

Místico incesante,

ameba de rayos que me ama desde el vacío.

Más, más, poséeme, espíritu sexual,

recorre mi cuerpo con tu magnetismo esencial,

mis células una a una,

las corrientes vitales de mi alma.

¡oh beso sin fin!,

embeleso, mil veces infinito,

lujo obseso, embeleso.

Oh Oh Oh OhOooooooooooooo...

Eres tan sagrado que anhelo vulnerarte.

Por eso te beso

y te transmito ese desliz humano de la muerte,

a ti, tan mortal como nosotros.

Tiembla,

mi beso es de miel envenenada,

tiembla, mi monstruo querido,

tiembla...



Otras pantallas se interrumpieron en el control. Migras miró nuevamente a la Pantalla Maestra que parpadeaba como enferma.

Enseguida comenzó a oír juramentos y maldiciones en los otros controles del sector.

-¡Mierda, un virus! - oyó.

Y se lanzó hacia la alarma. Una rápida respuesta comenzó a ascender por el programa con la orden de neutralizar al asesino. Pero el ingeniero comprobó consternado, que subía mucho más lentamente que el Beso Electrónico...

Enormes cantidades de memoria fueron borradas, barridas, destruidas.

Migras veía en la pantalla escáner la distancia que separaba al cazador del intruso. Estaba representado en un comecocos verde que buscaba en un laberinto ascendente a un maligno rojo. Y tardaba en encontrarlo. Y cuando lo encontraba, ¡oh maldición!, el anticuerpo fue destruido.

Comenzó a mascarse la tragedia. El nivel dos de defensa bloqueó la zona cerebral. Pero el virus era de los que se multiplicaba al actuar y continuaba la invasión. Hubo que activar niveles de defensa sucesivos para controlar la extensa infección y actuar localmente con un antígeno especial.

En unos minutos, una legión de comecocos espectrales invadió las pantallas sectoriales y neutralizó al virus.

Para entonces su actuación en un cuadrante frontal había sido catastrófica, en algunas zonas, incluso letal.

Migras estaba lívido. Al poco recibió una comunicación por imagen del jefe de sección:

- Señor Migras, + ó - ha sido alimentado desde su control. La dirección quiere hablar con usted.

Los medios de comunicación se ocuparon largamente del asunto en los días siguientes. Los daños causados al Libro Infinito eran considerables y las pérdidas de la Universidad Comercial, cuantiosas.



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