jueves, 19 de julio de 2012

SE FUÉ A VIVIR A UN METRO





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SE FUÉ A VIVIR A UN METRO

Pero no cabía. Medía más. Sin embargo no tenía dinero para pagarse otra cosa. Con el hectómetro no podía ni soñar. Figúrense ustedes...

¡Ah! ¿Con que esas tenemos? Fue el tío y robó un kilómetro. Allí si que se sentía a sus anchas. Más largo que nada.

Se pasaba horas con la cinta métrica midiendo y midiendo: 999,65 ... 1000,08... nunca le salía dos veces las misma medida.

¡Que gozada!

Pero un día le descubrió la policía.

- ¡Este kilómetro no es suyo!

- Hombre yo...

- Ná ná ná. ¡Palante!

Y se lo llevaron.

Atrás quedó el kilómetro, anónimo, irrelevante, vacío. Aun tuvo tiempo de echarle una miradita antes de que lo llevaran al decámetro.

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