viernes, 27 de julio de 2012

CIGÜEÑAS YONQUIS



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CIGÜEÑAS YONQUIS

Creíamos que las teníamos dominadas y nos cagan encima. Es sorprendente contemplar el éxito fulgurante de esta ave zancuda en la actualidad. Si no a punto de extinguirse, corrió peligro y desapareció de muchos lugares durante los cincuenta, sesenta y setenta. Décadas de decadencia para recuperarse en los noventa con una fuerza y pujanza sin precedentes.

A tales extremos llega su expansión que en muchos lugares parece exhibicionismo. Desbordado su ámbito clásico de la torre de las iglesias, han hallado acomodo en los postes y estructuras industriales, chimeneas, transformadores, edificios de vivienda y otros lugares inverosímiles

Perdido el miedo al hombre y a su civilización, han pasado a acompañarnos como animales domésticos decorativos. Su osadía es increíble, rompe los esquemas de la lógica ecologista: en la autopista de Extremadura vive desde hace años una pareja en el cartel que anuncia una salida hacia Peraleda de la Mata, nada más entrar en la provincia de Cáceres. Pasas a ciento veinte por debajo y le ves a los pollitos la cabecita emergiendo del gigantesco nido de ramajes, barro, hojas, etc. que sus padres han construido de manera asombrosa, en el ángulo superior derecho del cartel anunciador. Allí han criado y crían polluelos que se hacen adultos y se instalan en los alrededores.

Los ejemplos son innumerables. Nosotros jugamos, cuando vamos a Cáceres desde Madrid, a ver quién ve la primera cigüeña, siempre hay porque ahora muchas no dejan sus nidos y permanecen aquí todo el año.

En Alcalá de Henares vive una numerosísima colonia y raro es el pueblo de la comunidad madrileña que no tiene ejemplares, incluida la capital. Muy conocida es la familia que habita en San Cristóbal de los Ángeles, en una antigua chimenea de fábrica, a cinco a seis metros de la autopista de Andalucía.

Un poco más al sur este, en Perales del Río, ya en Getafe, existe una abundante colonia en un viejo edificio artístico.

Yo he visto, con el coche, una bandada de cuatro o cinco ejemplares sobrevolar la M-40 en la zona del nudo super sur.

La primera vez que las vi en el centro de Madrid, en la Latina, desde casa, no daba crédito. Fue a principios de los noventa y era verano, en plena siesta. De pronto miro fuera y veo una cigüeña sobrevolando la Cava Baja. Al darme cuenta me precipito a la ventana y la observo atónito. No era un espejismo. Desapareció en dirección al río.

Unos años más tarde fotografié a una pareja posada durante horas en la torre de la iglesia de Santa Cruz, al principio de la calle de Atocha. Luego las he visto más veces sobrevolar la zona sur.

Muy fotogénicas son las del puente de Arganda, cinco o seis nidos en paralelo entre una maraña de cables.

En todas partes de España se alimentan en los basureros, donde es fácil verlas comiendo junto a buitres, cuervos, gaviotas y otras aves carroñeras.

Su presencia en los cielos se ha hecho familiar.

Otro día en Extremadura, en el pueblo de Ceclavín, fui a una romería de encinar, patrona, comilona y vino de pitarra. La ermita tenía un enorme nido de cerca de un metro de altura y al lado se instalaban los chiringuitos que constituían un cuadrilátero de bares. Anejo al cuadrilátero, las atracciones de feria con su música ensordecedora. Y a parte, cada chiringuito dispone de música propia verbenera, a toda potencia. Coches que van y vienen, gritos, canciones y fiesta del gentío. Y un día horrible de lluvia y ventisca. En un momento dado llegó la cigüeña y se posó frenando en el aire con las patas por delante, de esa manera suya tan elegante. Batió las alas y se colocó en su natural postura observando el ambiente. Y abajo, en el “cuadrilátero de la muerte”, nosotros bebíamos vino sin parar, acompañados del ruido enloquecedor de los altavoces y las mirábamos de reojo, la cigüeña de siempre de la ermita, me dicen, la de toda la vida, un magnífico ejemplar que no se asusta de nada y que acompaña todos los años a la Virgen en el día de la romería…

- Una cigüeña yonqui – bromeo.

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