martes, 17 de julio de 2012

HOJAS DE OTOÑO




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HOJAS DE OTOÑO

Viniendo hacia casa por la carretera del río cogí una preciosa hoja. Al observarla vi que tenía algo escrito en el haz. Se distinguía bien pero la escritura me era totalmente desconocida. La miré por ambos lados con curiosidad, sin poder descifrar el enigma. Vi otra hoja de la misma clase en el suelo y la cogí: también tenía escrito algo indescifrable. Busqué más, maravillado, tomado por la fantasía de que aquel suceso extraordinario acabaría revelando su esencia. Todas las hojas que cogí del suelo tenían su misterioso mensaje. Cuando tuve treinta volví a casa y le mostré el hallazgo a mi mujer que siguió mi relato intrigada mientras le pasaba una hoja tras otra. Estaba claro, allí había escrito algo. Y debía ser importante ya que no ha ocurrido antes. Para no precipitarnos decidimos esperar hasta el día siguiente. Cuando nos levantamos fuimos a la carretera del río a comprobar que el milagro continuaba. Pero no: ninguna hoja tenía escrito nada. Volvimos a casa desolados y nos precipitamos sobre nuestras hojas: estas continuaban igual, con su mensaje ilegible. No sabíamos qué hacer.

Luego las hemos enseñado a amigos, expertos en lenguas y curiosos sin que nadie haya sabido descifrarlas. La maravilla que encierran se ha ido secando con el tiempo.

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