miércoles, 18 de julio de 2012

FACTORÍA




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FACTORÍA

En una llanura metálica de las afueras de Modelo tenía su fábrica Cerebro SA. Una delegación comercial exterior había venido a visitarla interesados en la adquisición de una partida. Los directivos les recibieron en el Jardín Calefactor. Una mujer llamada Carmen S. Carmen era su jefa. Los recién llegados aun estaban en fase de adaptación a la neogravedad. Tras un pequeño refrigerio rompieron el hielo:

- ¿De qué hablamos?

- Del negocio, por supuesto.

- ¡Ah, claro!

- Bien, tenemos entendido que estaban interesados en una operación de 50 unidades.

- Están en lo cierto.

- Bien, se las mostraremos enseguida, si no tienen inconveniente.

- Ninguno.

- Vamos allá.

Y se dirigieron hacia la fábrica. Mientras caminaban, el director, concretó algunos términos del acuerdo.

- Bien, necesitaremos su documentación y otros datos. Llevamos un estricto control de nuestras ventas. Aunque no nos incumbe el uso que les den, queremos seguirle la pista para nuestras estadísticas.

- Tendrá todo lo necesario.

- La operación puede ser secreta si así lo desean.

- Bien, muy bien, así lo deseo.

Por una puerta oval accedieron a la factoría… Un brusco y desconocido olor impactó a los visitantes. Algunos empezaron a toser, uno tuvo una arcada y acabó vomitando. Los empleados los atendieron solícitos.

- No se preocupen, no es nada. A algunos les ocurre la primera vez que entran en una fábrica de órganos. Pero no es nada.

Y les dieron un inhalador que unos tomaron y otros no. Carmen S. Carmen no sufrió el efecto del olor. Contempló el espectacular conjunto que se ofrecía ante sus ojos.

- Son veinte unidades por diez y tres alturas. Seiscientos. Cada cerebro dispone de 75 metros cúbicos de espacio para su desarrollo y servicios.

- ¡Es fantástico!

Se movieron por puentes casi transparentes entre los cubículos también transparentes. En el centro de cada uno de ellos había un cerebro. Eran bellos como medusas celestiales, ocupando sus celdas con aquellos finos hilos multicolores y cambiantes que acababan en redes comunes. Nada sucedía. O si sucedía, los extranjeros no lo advertían. Se movieron temiendo romper algo de la fragilidad que transmitía todo.

El director se detuvo ante uno y comenzó a hablar:

- Bien, este es K-6006-KK/ 6ª Generación. Los informes dicen que él dice llamarse Tobric, cosa que no nos incumbe. Es del primer periodo comercial, las fases inferiores son infantiles o embrionarios, las tenemos en el sótano esperando a que maduren. Digamos que él es adolescente.

- ¿Qué puede hacer?

- ¿Un adolescente?

- Su cerebro, en este caso.

- Bien, ¿y para qué lo quiere usted?

- Oh, he venido a por 50 unidades.

- Bien, le explicaré todos los periodos comerciales, sus precios, sus capacidades son indiscutibles, lo mejor de lo mejor.

- Eso dicen.

- Verá, ¡eh, Tobric, ¿la ves?

- Claro que la veo, señor director - respondió el cerebro.

- ¿Te gustaría salir de aquí?

- Es lo que más deseo en el mundo.

- De qué mundo viene usted, señora Carmen S. Carmen.

- Llámeme sólo Carmen, por favor.

- Bien.

- De la Tierra.

- Oh, la Tierra, no tendría yo esa suerte.

- ¿Qué conoces de la Tierra?

- Tantas cosas, allí podría estar en un bonito lugar, elegido por mí. Podría vivir 250 años de magnificencia.

- Como puede ver, Tobric tiene ya un sentido de su futuro muy desarrollado. Nos compadecen a los humanos lo poco que vivimos.

- Ya, ya - Carmen se acercó un poco. No sabía si era inofensivo o muy terrible o algo - ¿Se puede tocar?

- No señorita, usted no puede tocar, sólo los técnicos.

- ¿Tiene un sistema de autoprotección, verdad?

- Sí, pero muy elemental. Aún no está muy maduro, aunque ya es viable, por tanto debe saber protegerse y la fábrica le da ese poder. Y el servicio de mantenimiento se lo debe dar también cuando llegue a su destino. Es en bien del negocio. Es vivo como vale tanto. Cada uno le pone unos sistemas de seguridad a los que él se adapta sin dificultad.

- ¿Y su precio?

- Mil millones.

- Por 50.

- Cincuenta mil millones.

- Deberán ser menos.

- O quizás más.

- Demasiado caro, demasiado caro. Y no sé ni para qué sirven.

- Bien, eso no importa. Quien se los ha encargado sí sabe para qué sirven.

- Además es ilegal en la Tierra. Oye, cabeza de medusa, ¡eres el arma secreta?

- Encierro los secretos de la vida. Pero vosotros, los humanos no sabéis hacernos, si no seríamos inmortales.

- ¡Qué chulo!

- Bien, calma, hay que saber tratarlos.

- No sé, no sé.

- Debe esforzarse. Los tiene que transportar sanos y salvos a su planeta. Debe comunicarse con ellos.

- ¿Pero no se hibernan?

- No. No podemos privarles del viaje cósmico. Es una experiencia fundamental.

- Señora Carmen, no soy presumido. Yo sabría hacerle a usted un amor sublime y celestial como la luna de verano en un bosque de España, junto al mar.

- Jo, parece una copla. ¿Cómo ha adivinado que soy española?

- Telepatía. Su cerebro es mucho más grande que el nuestro, como puede ver. El doble en materia gris y más del triple en materia blanca. Sus capacidades superan a nuestros pequeño cerebro en todos los órdenes.

- Están produciendo ustedes una raza que nos dominará.

- Bien, ya nos domina. Pero dependen de nosotros como puede observarse y disponemos de ellos a nuestro antojo. Bien, el presidente de nuestra compañía es uno de ellos. Pero los dueños son accionistas que no dependen de ellos en absoluto. Bien, esto es un negocio, todos lo sabemos. Usted quiere 50.

- Sí.

- Bien, dejemos al adolescente Tobric.

Dieron otras vueltas por el laberinto de cubículos. Se detuvieron ante uno más grande.

- K- 0011- AM / 6ª Generación. Está desarrollado a estadíos equivalentes a los 18 años. Capaz de realizar un aprendizaje preciso y ser usado en el control y desarrollo de cualquier actividad. Aunque, según el informe, sólo aceptará trabajos en áreas sociales. Acuciados sentimientos políticos.

- Me llamo Seegun. Quiero trabajos relacionados con la alta política: relaciones internacionales, estadísticas universales, parlamentarismo, producción ética, etc. Mi héroe humano es Cilia, y también el Anónimo. Pero quiero ser como Missma, la adelantada cerebral.

- ¿Quien es esa adelantada?

- Bien, la Adelantada es un cerebro creador del Espíritu Unitario OK, una de las organizaciones que los agrupa.

- ¡Ah es muy complicado! ¿Se siguen comunicando después? ¿Cómo se comunican?

- De muchas maneras. Es una de sus cualidades más apreciadas. Este es el lugar de mayor comunicación entre ellos. Es tal su contacto que desarrollan formas de comunicación que se nos escapan del todo: la telepatía, las ondas adelantadas del pensamiento, los cauces antimatéricos. Hay toda una mística. Su educación es completísima y acelerada, su carga psicológica está diez veces por encima de la nuestra. Producen su propia cultura.

- ¿Es una maravilla o una abominación?

- Depende de lo inteligente que se sea - espetó Seegun.

- ¿Quieres pelea?

- Derecho a controversia, señorita, está hablando de él.

- Pero, ¿no es un órgano que sale de una fábrica?

- Bien, señorita, debe aprender a tratarlos. No todos los humanos saben y se acostumbran. Usted lo hará, deberá entregarles el control de su nave. Aprenderá a tratarlos y a respetarlos…

- Bien, bien, por supuesto, pero más baratos. Cierto que en este viaje, ellos son lo que importa. En cuanto a mi nave… ¿Unos saben más que otros?

- Evidentemente. A más madurez, más seguridad. Sus fases son muchísimas.

- Casi infinitas - continuó Seegun - Sólo que vosotros avancéis más daremos un gran salto. Sólo la distancia física que limita vuestra cultura nos impide multiplicar nuestras capacidades. Llegará un día en que bajo nuestra dirección se superará el viaje interestelar e intergaláctico. Sólo el viaje por el tiempo no caerá, de momento, en nuestras redes. Aún se nos resiste y constituye una barrera para la información.

- Bien, la información es su comida. Su estado fisiológico es de amnesia absoluta. No depende, obviamente, de riñones, corazón, tripas, huesos, músculos…

- No es muy humano, no.

- Por supuesto, es sólo un cerebro.

- Estadista, ¿eh? Pues creo que te quieren de contable o algo así.

- Si no le gusta, no aceptará.

- Hará lo que se le mande - dijo uno de los técnicos que acompañaba a Carmen.

- Viviré, viviré para hacer y ser - dijo Seegun.

- Vamos con otro - pidió Carmen.

Y abandonaron al joven cerebro. Los visitantes comentaban entre ellos y daban sus impresiones. Todos era la primera vez que veían cerebros artificiales y apenas sabían nada de ellos.

- ¿Para qué queremos 50 de estos monstruos en la Tierra? - preguntaba uno.

- Política, apuéstate algo - apuntó otro.

- Todo es política.

- Los llevamos y en paz. Lo hacemos por dinero.

- Dinero y diversión.

- Eres un hortera.

Hablaban todos a la vez:

- ¡Qué cursi!

- ¿Ya dominan a los hombres?

- ¿Son buenos al ajedrez?

- Yo los sometería a la tortura del laberinto, con toro y todo.

- ¿Adivinan apuestas?

- Si son tan superiores deberá deprimir vivir a su lado.

- Bien, no se preocupen ustedes - habló el director por encima de todos - Son inofensivos y a pesar de su autoestatus de superioridad son muy tratables y útiles. No podría ser de otro modo. Lo mismo que su aspecto, hemos conseguido que sea agradable. Contamos con los mejores diseñadores de Modelo.

- Tengo entendido que no siempre tienen este aspecto.

- Bien, básicamente sí, cambian la disposición de las vainas, más o menos tensas, lasas, onduladas, encogidas, etc. Y el color. Y luego psicológica, social y temporalmente…

- Se detuvieron de nuevo.

- Soy cero absoluto por cero absoluto igual a infinito - dijo el nuevo cerebro.

- Muy modesto.

- Adulto, 25 años. Doce mil especialidades, todas las ciencias y letras, todo el conocimiento humano, psicología superior, todas las relaciones, toda la información cósmica, contacto inmediato con todos los mundos habitados, si en ellos hay uno de los suyos, claro.

- El mensajero perfecto.

- Bien, esa es sólo una de sus capacidades, de las más espectaculares. Pero también tiene otras: producción e investigación, control, dirección organizada superior, etc.

- Más política - sentenció otro.

- También, también.

- Llévame contigo de este lugar de reposo. Quiero salir de la cuna y comenzar mi destino. Tengo nostalgia de Infinito…

- Bien, todos le pedirán lo mismo, Carmen.

Pasaron adelante. Probaron con otro.

- Me los llevaré si me los deja en menos.

- No puede ser.

- Acudiré a otra fábrica en busca de mejores precios.

- Supongo que ya se habrá informado. Somos los mejores: ninguna baja en cinco años, la supervivencia de la 6ª Generación es hasta la fecha del cien por cien… Así y todo podemos hablar…

- Cuarenta mil.

- Cuarenta y cinco.

- De acuerdo.

Y se dieron la mano. El director se detuvo ante un cubículo más grande. Tenía incorporados una gran cantidad de elementos mecánicos a su alrededor.

- Este es Siií. Es propiedad de la empresa. Quiero decir que trabaja aquí, es una especie de maestro instructor. Como puede comprobar está en el mejor sitio, el ángulo más prominente de la nave desde el que se domina el magnífico exterior a través de la cristalera. Todos le envidian y le temen.

- Soy Siií, señorita Carmen, espero que haya tenido un buen viaje por esa dimensión tan molesta que es el espacio.

- Gracias.

- He estado observándola, perdone, no lo puedo evitar, no lo quiero evitar. ÉL lo ha dicho: nuestra comida es la información. Pero no se moleste, perdone… Será un viaje de vuelta mucho más agradable. Nosotros nos encargaremos de todo. Los cerebros tendrán sobre ustedes un efecto benefactor.

- Ya está haciendo conmigo algo, parece como si me hipnotizara.

- Algo así. Pero usted hágale frente si procede. Contra la hipnosis se puede luchar. Por otra parte no se podría decir que es hipnosis pura, es el efecto de los cerebros en su ambiente: transmiten bienestar, es una forma de protegerse.

- Espero no cabrearme.

- No tendrá porque - respondió Siií - Perdone nuevamente, nuestra forma de relación es intensa en muchos aspectos. No interprete que ataco su intimidad y libertad, Más bien déjeme hacerlo, déjenos hacerlo. No podemos comunicarnos de otra manera. Déjenos que entremos en usted, sólo le haremos bien.

- Bien, bien, tiene razón. Su vida depende de nosotros que los hemos creado, producido y los mantenemos. Sin nosotros morirían. Nos necesitan absolutamente.

- Esto si que es servirse de los cerebros ajenos - bromeó uno.

- Así es.

- ¿Está mecanizado?

- Bien, así es. Él también está sujeto a la gravedad y por tanto fascinado como nosotros por los objetos que creamos y el movimiento. Siií tiene 105 años. Es de la primera generación comercial, la primera salida de esta factoría, con todos los avances posteriores incorporados. La primera generación produjo sólo mil quinientos individuos. La longevidad no era la correcta. En el laboratorio se especulaba con que no se podría superar la vida humana. En realidad su media fue mucho mayor. Así y todo, de la generación suya aún quedan unos veinte. Todos se han beneficiado de los avances posteriores. Siií es uno de los más perfectos de aquellos pioneros, es un líder…

- Aún puedo vivir mucho. Pero eso es anecdótico. Dígame, y perdone mi curiosidad, 50 unidades para la Tierra, ¿no era un lugar prohibido para nosotros?

Los españoles comenzaron a hablar todos a la vez.

-¡Esto es un complot militar!

- Van a hacer un superestado.

- ¿Qué nos importa?

- Esto traerá conflictos graves.

- Problemas, revueltas religiosas, ideológicas y morales.

- Follones divinos.

- Cambiará el curso de la historia, te lo digo yo.

- Comenzará la verdadera era de los cerebros.

- Incluso se podrán comer sesos rebozados

- ¡Eres un hortera!

Admiraron un poco más a Siií y luego salieron de la factoría hacia las oficinas para ultimar los detalles del negocio.

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