miércoles, 18 de julio de 2012

SUPERHEROE ELECTRICO ESPAÑOL




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SUPERHEROE ELECTRICO ESPAÑOL

Esto era un Hombre Eléctrico Español (HOE) que apareció de no se sabe dónde y comenzó a actuar por el centro de la ciudad: sacó coches de los atascos por el aire, movió contenedores, levantó tejados, taponó fugas de agua y abrió algunas zanjas sustituyendo a las máquinas. Vestía a la manera guerrera y tecnológica y decían que si le chocabas la mano te daba calambre.

Cómo no conseguía pasar de la fase de vagabundo, robó varias estatuas conocidas y se las llevó a un parque donde las depositó con cuidado. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que se le reconociera Bienhechor y Héroe de la Ciudad.

La policía recuperó los monumentos y el HOE consiguió popularidad. Los periódicos comenzaron a referirse a él con mofa: ¡Superhéroe español, temblad! No había bastantes americanos y ahora nos viene un superhombre español. ¡Todo sobre el HOE!

¡El Superhéroe HOE dispuesto a protegerte!...Y otras guarradas.

El HOE hace una demostración en el rokódromo. Veinte mil personas. El HOE monta un espectáculo grandioso con bidones y otras chatarras acústicas descomunales, así como una megafonía espeluznante y un fantástico equipo de luces.

Pero tras la sorpresa inicial la cosa no convence. Como espectáculo vale, pero, ¿qué quiere el HOE?

Que se le reconozca superhéroe. Si se le reconoce, se le reconoce.

¿Y qué más? Agente secreto. ¿Agente secreto de qué? Del estado.

¿Y con todo ese jaleo que arma quiere ser secreto?, vamos HOE.

Entonces, Protector General. No jodas, no se necesita un protector general, con la policía ya es bastante. Pues Asesor de todas las fuerzas armadas. ¿Asesor de qué? Soy un Superhéroe, para algo serviré.

Dedíquese al negocio del espectáculo, hacerse rico es una bonita aventura. Pero yo no quiero ser rico, soy un superhéroe, ya tengo todo, ahora debo darme a los demás, ser útil, ayudar... Bien, bien, HOE, hágalo pero no estorbe.



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EL FIN DEL HOE

HOE, el gran Hombre Eléctrico, El Superhéroe, el protector, el espectacular, el Gran Calambre, quijote urbano, ha sido detenido. Costó trabajo, pero se hizo. El ejercito se ha hecho cargo de él.

Ha fracasado. Nadie quería su ayuda, ni para deshacer entuertos evidentes ni para nada. Sus superpoderes eran una lata, siempre metiéndose en lo que no le importaba.

Terció en peleas, corrigió abusos, rectificó a la autoridad, impuso su Superley y Superpoder .Y de loco nada. Hablaba por televisión como un Superlider no descartando la posibilidad de fundar un partido y presentarse a las elecciones. Se hizo todo un fenómeno. Aunque pronto comenzaron a llover denuncias sobre él.

Su medida de las cosas no era humana y muchas veces no podía catalogársele como tal. Su mesianismo escénico, sus dotes curativas y filosóficas, su Superorganización, sus utopías, inquietaron a los poderes de este mundo.

Una campaña iconocasta fue dirigida contra él en los medios de comunicación. Se tambaleó. Comprobó que los medios también eran superpoderosos y su lucha con ellos con armas de la misma potencia. Y tenían más experiencia. Su contraataque contra la prensa fue nefasto y los medios lo crucificaron.

Se descompuso su fenómeno social y solo quedó el superhéroe que, desconcertado, se convirtió al mal.

Tuvo que ser cazado por las fuerzas armadas como una fiera peligrosa.

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