miércoles, 11 de julio de 2012

MUESTRA ÉTNICA HUMANA





121

MUESTRA ÉTNICA HUMANA

Tras la polémica del negro expuesto embalsamado en un museo de Cataluña, un empresario tuvo la idea de construir un museo etnológico humano.

Comenzó a moverse y a recabar información. La cosa era francamente complicada. En principio consistía en conseguir un cuerpo de cada nación del mundo y trasladarlo, en condiciones de exposición, a España.

Tras los primeros movimientos y negociaciones con las instituciones adecuadas y los organismos pertinentes, vieron que se podían conseguir cosas. Pero necesitaba apoyos oficiales. La idea caía mal en muchas partes y había que vencer grandes barreras y suspicacias.

Así y todo la idea tomó cuerpo. Se asociaron varias universidades y fundaciones culturales que abogaron por una idea estrictamente científica y pedagógica y que trabajarían el proyecto en su parte técnica.

Fortuitamente les cayeron los primeros cuerpos, donados en la costa mediterránea por filántropos europeos. Cayeron también algunos latinoamericanos y norteafricanos, más algún autóctono.

Cuando tuvieron treinta habilitaron parte de una instalación industrial en desuso, de fuerte diseño, y los colocaron en vitrinas de madera y cristal en las más variadas actitudes.

Cogieron algún turista de paso, algún chino de restaurante, filipinos, palestinos, más latinoamericanos, negros, gallegos, de países del Este... Todos legales y con papeles.

Cuando tuvieron cincuenta abrieron el museo, lo inauguraron y salieron en la televisión y en los periódicos. Se armó un escándalo.

Polémicas y condenas de todas partes, comentarios sarcásticos, artículos aleccionadores, insultos, desprecios, recomendaciones, se rezaba por ellos...

Y por otra comenzaron a lloverle cadáveres: de Argentina, ¿pero cómo era posible?, ¿no había un argentino en el Museo Étnico Humano? ¿Cómo la abuela patria le hacia esto a la Argentina?

¡Ahí iba uno, grande y guapo, pampero, porteño y tanguista!

¿Y Venezuela?, ¡Por Dios! ¡Qué desprecio!

Un indio de Bolivia para los hermanos españoles.

Un comité africano dijo que si en el museo estaban los europeos, ellos también estarían y con más derecho y antigüedad ya que el hombre procedía de África.

Llegaron cuerpos de Indonesia y Polinesia, de las islas del Caribe y de Asia central.

A medida que se abrían nuevos espacios de exposición, la fábrica tomaba un aspecto grandioso. Parecía que con tanto muerto había vuelto a la vida.

Las críticas arreciaban. Aunque no servían de nada ya que el sobrecogedor museo se convirtió en uno de los más visitados de la ciudad, surgiendo, incluso, una disputa entre poblaciones a causa de su definitiva ubicación.

La colección aumentaba sin cesar: llegaron mexicanos varios, esquimales, más negros, indostanes, malayos, australopitecus, latinos, árabes, más europeos, más chinos, mongoles, siberianos, amazónicos, etc., etc.

Andando el tiempo, muy pocos se negaron a enviar sus cuerpos al museo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario