martes, 17 de julio de 2012

LA REBELIÓN DEL LIBRO QUE HABLA




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LA REBELIÓN DEL LIBRO QUE HABLA

Lo abres y te insulta:

- Hijo puta, cabrón, mamón...

Lo cierras. Se ha averiado. Le das unos golpecitos, jolín qué borde. Las pilas se le van gastando. Otro golpecito, lo abres...

- ¡Cabrón, cabrón, cabrón, cabrón...!

Cierras. Es terrible. El solo construye historias y paranoias. No le basta con la memoria. Abres otra vez a ver:

- Bastardo, tirano, atrévete a escuchar y oirás las verdades que mereces, escoria, basura, mierda podrida, energúmeno ególatra, despreciable lechuguino, birria inmunda, espectro nauseabundo, bestezuela cornuda y viscosa, decrépito intelectual, bobo alelado, subnormal, bicho, memo, soplao, bolinga, “pringao”,” pasmao”, mezquino, hijo de cien zorras, baboso, “chingao”, asqueroso, majadero, “soplapollas”, maricón, chorizo, oligofrénico, obseso sexual, maníaco, “güevón”...

Cierras. Se ha explayado a gusto. Pero no se crean, otras veces es encantador.


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EXHIBICIÓN

Fui al Retiro con el Libro que Habla y lo abrí en una glorieta cercana al lago. Hizo “virguerias” con la gente, que me lo quitaba de las manos y escuchaba sus excentricidades, mientras veían pasar las letras por sus páginas a toda velocidad. Lo abrían y cerraban admirando cómo cambiaba a cada apertura sin perder el ritmo captado...

Los niños alucinaban con él, lo abrían temblorosos y lo escuchaban fascinados. Tenía para ellos las más increíbles agudezas, ingeniosidades, acertijos, rimas y otras descabelladas formas de su invención. Los más pequeños lo querían para ellos y los hubo que lloraban desconsoladamente cuando tuvieron que desprenderse de él. Algunos padres lo quisieron comprar. Uno pidió precio muy serio:

- ¿Cuanto quieres por él?

- Un millón.

- Te doy mil pelas.

- Venga, venga.

Y se fue con su desconsolado niño.

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