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YONKI, VETE A CASA
Un día vi en la calle a una chica que tenía mechones de pelo atados tapándole la cara. Me resultó extraño pero pasé.
Volví por allí y volví a verla con aquellos pelos atados tapándole la cara.
Pasé a menudo por allí y la vi, paisaje del lugar. Cada vez más vagabunda, aislada, bebida, tirada por los bancos.
Pasabas por el barrio y la veías adentrarse cada día en el peligro, mendigando, junto a tipos de la peor especie, buscándose la vida arrastrada.
Y una vez, pasada del todo, hilarante, valiente al fin, se hizo una coleta y mostró su extraño rostro desafiante, la nariz hundida, sin huesos, agujero cavernario, deformándola, convirtiendo en monstruosa una cara que se adivinaba bella tras la automáscara macabra. Podría tener quince o dieciséis años.
Observabas que nadie se quedaba con ella. Sola y enigmática, acabé viéndola relacionada con yonkis, otra vez con los cabellos atados tapándose la cara.
Luego desapareció de la calle y no la vi más.
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