jueves, 2 de agosto de 2012

ATAQUE SEXUAL DE LA ESQUELETA





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ATAQUE SEXUAL DE LA ESQUELETA

La Esqueleta entró en la factoría Beter completamente excitada. Era increíble la capacidad sexual que desarrollaba aquel saco de huesos: tomaba a los hombres en sus brazos y los violaba con delectación. ¡Qué, sensación, la carne caliente apretada por sus fríos miembros! ¡Y sus labios secos en los labios mojados!

Vio al guardián paseando bajo los focos del patio. Se movió con sigilo protegida por las sombras: lo atraparía en uno de los extremos.

Cuando se hubo situado tras un montón de mercancía, hizo ruiditos para llamar la atención. El guardián acudió en el acto, con la pistola desenfundada, sigiloso, seguro de sí mismo. La Esqueleta se apartó del montón y se le exhibió contoneando impúdicamente las caderas. El guardián se quedó paralizado de horror. La “Esqueleta” avanzó hacía él, que disparó su revolver. Pero nada podía contra ella que se abalanzó sobre el hombre con ágiles movimientos y lo atrapó. Le castañeaban los dientes de deseo. El vigilante gritaba aterrorizado queriéndose soltar. Pero la Esqueleta lo achuchaba con fuerza y le desgarraba las ropas con sus afiladas falanges. Lo tuvo desnudo en un santiamén. La muerte contra la vida. Y sexual. Acabó revolcándose con él por el suelo, susurrándole al oído ardientes deseos. Sin embargo el hombre estaba poco menos que catatónico. Hasta que la Esqueleta le agarró el miembro con sus huesudas manos. Tenía que conseguirlo. Se lo atrapó en la pelvis, sus dedos fuertemente clavados en el trasero carnoso del hombre. Y lo hacía bombear. Ya, ya, ya... o se lo arrancaría... Lo estuvo disfrutando largo rato hasta dejarlo tirado, magullado, los genitales raspados, desollados, sangrientos.

Entonces la Esqueleta se levantó y se fue amparada en las sombras de la noche.

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