jueves, 2 de agosto de 2012

EL GENIO DE LA FUENTE





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EL GENIO DE LA FUENTE

Tras unas horas de trabajo en el campo, Andrés fue a beber a una fuente. El agua manaba al pié de una pared y hacía un charquito cristalino que se perdía en un reguerillo de hierba y juncos. Se inclinó para beber cuando vio una cara roja que le miraba desde dentro de la fuente.

Quiso retirarse pero el genio sacó una mano y le cogió de las barbas. Tiró hacia dentro hasta introducirle las narices bajo la superficie.

-¡Escúchame bien, patán, tráeme una mujer que tenga las tetas gordas o te ahogaré!

- Sí sí sí.

-¡Ay de ti si me engañas! ¡Saldré de mi escondite y te cortaré los güevos!

- No no no...

Y le soltó. El labrador no daba crédito a lo ocurrido. Miró a la fuente y aún pudo ver los ojos burlones del sátiro mirándole a él.

¿Una mujer de tetas gordas? Se dice muy pronto.

Pero que va. Ahora recordaba que más abajo estaba la muda regando el huerto. No tenía grandes tetas y además era vieja. Bhat, por probar...

Fue donde estaba y la convenció para que subiera a la fuente a beber. Le daba la sensación de que se creía otra cosa, la tonta de los cojones.

Llegaron a la fuente. Andrés se inclinó sobre ella y dijo:

- Genio, aquí tienes a la mujer.

Y dejó a la muda que bebiera.

Estaba en ello y parecía que esperaba que Andrés le metiera mano. Pero no, fue desde la fuente de donde salieron dos brazos que la agarraron por el pecho y tiraron de ella hacía adentro.

Comenzó a desaparecer como engullida por la tierra. Andrés animaba viendo que se libraba de semejante engendro. Y si la muda no le gustaba, que le dieran por saco.

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