viernes, 10 de agosto de 2012

EN UN COCHE CON DOS BORRACHOS



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EN UN COCHE CON DOS BORRACHOS

-Una noche de tormenta, estaba la noche fatal. Y se les ocurre ir a un bar, yo qué sé, por Torrejón, Alcalá, no sé. Volvimos a las siete de la mañana, mira, cómo venía por la carretera, Dios, de lado a lado, aaaaahhh, y yo me callaba, porque si te pones jilipollas es peor, pero con unas ganas de decir: mira, parad que me bajo aquí mismo, os matáis los dos y os quedáis tan contentos. Pues se dieron cuenta de mi miedo, y unas risotadas, y unas burradas… Les faltó hacer de kamikaces. Había unos charcos que ocupaban toda la carretera, zaaaas, se llenaba el parabrisas de agua, y yo allí como rezando, sin creer en nada: ¡por favor, que llegue a casa, por favor, que llegue, que llegue! Mira, nos equivocamos en la M-30 y en lugar de ir para el oeste nos metimos en la carretera de Andalucía y luego, de repente, daba la vuelta,

ahí, en medio, en un lugar donde no hay mediana y se colaba en los carriles de dirección contraria, ¡hay Dios mío, qué horror!

No se veía nada, todo lleno de agua. Y claro, ellos iban flipando con su marcha y pasaban de todo. Pero cuando vas bien y ves la movida dices: ¡hostias, que nos matamos! Y ellos se descojonaban. Y yo me callaba porque a la menor insinuación era peor. Allí iba sufriendo, callada, agarrada al asiento. ¡Pasé un mal rato!

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