viernes, 10 de agosto de 2012

UN JAPONÉS NO CORRE 100 METROS




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UN JAPONÉS NO CORRE 100 METROS

Esto del atletismo ha cambiado mucho. Si te pones a mirar en los sesenta y primeros setenta, en las pistas había un número abrumador de blancos. Apenas si se colaba algún negro americano. Los demás eran de Occidente y los países socialistas europeos. Y quizás también algún cubano o brasileño.

Pero poco a poco empezaron a aparecer gentes de color de Inglaterra, Francia, Holanda. Y enseguida los africanos, keniatas en primer lugar y luego de otros países.

Posteriormente le siguieron los antillanos, más cubanos, más africanos y todos los velocistas Usa, negros.

Presencia abrumadora en las carreras cortas, medias y larga distancia. Sólo 3000 y sobre todo 1500 se libran. Te pones a ver series de clasificación y siempre los negros, los primeros. Los blancos muerden el polvo lastimosamente. Pocos llegan a semifinales. En una final olímpica de 100 metros no gana un blanco desde el 72 y no participa en la final desde hace lustros. Ocho calles, ocho negros, musculosos, elásticos, bregando 10 segundos como posesos.

Ningún blanco, ni alemanes, ni rusos, americanos, ingleses, franceses, etc. Nada que hacer, y de otras razas ni se hable.

En una eliminatoria de cuartos de final del Mundial 99 había un japonés que gazapeaba como un conejo entre multitud de piernas, cuerpos y brazos negros, quedó de los últimos, como un pobre blanco de Europa del Este.

Los negros se salen, chulean, se llevan todos los podium, primero, segundo y tercero. La velocidad es suya. Algunos sacan distancias enormes para tan pocos metros. Levantan la mano con el dedo extendido llamándose los primeros, el número uno.

El otro día mismo le contaba a un amigo la final femenina, polémica, del salto de longitud del mismo torneo.

Ganó una española venida de Cuba tras unas discutidas decisiones de los jueces:

Salta una americana y le dan nulo un salto como una casa, era medalla de oro.

Va la española, salta de fábula y la repetición, a cámara lenta de la tabla de batida deja ver que ha pisado la señal por un poquito. Sin embargo el juez da el salto por válido.

Viene la italiana, la número uno de la especialidad y salta menos.

Medalla de oro para la hispanocubana. Cuentan toda la vida de la mujer y los españoles tan contentos con la negra. La italiana protesta, ha visto el salto de la española por los monitores y dice y porfía con los jueces que es nulo. No le hacen caso y los españoles celebrando la medalla de oro con gran jolgorio.

Le explico a mi amigo cómo era la cubana y qué batalla se tenía con la italiana por los pistas de atletismo del mundo. Apenas se saludan en el podium y se miran las yugulares. Negra la española, negra la estadounidense y negra la italiana. La esperanza de Occidente.

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