martes, 14 de agosto de 2012

HISTORIA DE UN DOLOR




407


HISTORIA DE UN DOLOR

Se despertó a la hora acostumbrada y sintió un fuerte dolor por encima de la ingle. Casi no se podía mover. Se incorporó a duras penas y comprobó que andaba fatal. Fue como pudo al baño y acabó de cerciorarse de que la cosa era seria: todos los movimientos de las extremidades inferiores estaban afectados por aquel terrible pinchazo en el pubis.

A medida que activó los músculos el dolor se le hizo soportable. Poco a poco lo relegó al desván de las molestias, una molestia persistente y enojosa presente en todos y cada uno de sus movimientos.

Cuando paraba un momento, al ponerse en marcha de nuevo volvía el dolor con su cruda intensidad.

¿Pero qué había pasado? No recordaba nada ¿De donde provenía aquello? Hizo memoria de los sucesos del día anterior y no daba con la causa. Por la tarde siguió igual. Por la noche fue al hospital a trabajar y habló con sus compañeras del tremendo dolor que tenía por encima del pubis. Le aconsejaron que la viera un ginecólogo. Localizó al de guardia que le hizo una exploración rápida y superficial: las molestias eran de origen muscular y externo, nada genital. Probablemente se debiera a un tirón en la inserción de la musculatura de la pared abdominal en el pubis. Antiinflamatorios y reposo.

Seguro que estaba en lo cierto, incluso le dolía al tocarse.

Trabajó toda la noche y volvió a casa rendida. El dolor continuaba molestándole, al mover las piernas, al usar los pedales del coche, al andar…

Y conduciendo creyó dar con la explicación: el día anterior tuvo que coger una caja de las baldas superiores de un armario y como no llegaba se estiró cuanto pudo y, en última instancia tiró todo su cuerpo hacía arriba forzándose al máximo, para alcanzar el objeto deseado. Lo consiguió y no pasó nada. No sintió nada, ni en el momento ni a lo largo del día. Solo por la mañana, al despertarse, sintió aquel fuerte dolor por encima de la ingle.

No hay comentarios:

Publicar un comentario