lunes, 25 de junio de 2012

UNIVERSOS PARALELOS



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UNIVERSOS PARALELOS

Llegamos al umbral de las transdimensiones al amanecer. La médium encontró la puerta en el lugar exacto del que tenía noticias por varias revelaciones metempsicóticas. Era una coordenada imposible de acertar, en una llanura del norte, batida por los vientos y el polvo. El sitio exacto estaba en el ensanchamiento de un torrente, próximo a una tierra de barbecho. Paredes irregulares, abarrancadas por las riadas, lleno de arbustos, hierbajos y alimañas insignificantes que se cobijaban en su interior ajenas a las transdimensiones.

Nos colocamos dentro agarrados de las manos, formando un circuito iniciático. El espacio y el tiempo hacían una inflexión violenta en aquel punto. Estabamos en el lugar exacto en el momento justo.

Tras la concentración en búsqueda de energía, el sol pareció vacilar, el cielo se estrechó, el color se descompuso en reflejos ópticos, las paredes del agujero parecieron torcerse, continuarse. Anillos borrosos formaban un túnel, la puerta se había abierto ante nuestros ojos y nos daba paso a otro universo...

Entramos en el puente transdimensional cogidos de la mano. Caminamos azotados por energías desconocidas que nos impedían mantener el equilibrio en buenas condiciones. Nos separamos para afianzarnos mejor en el tobogán magnético que nos llevaba hacia ¿donde? ¿Quién habita en este Más Allá? ¿Bestias? ¿Otros hombres? ¿Razas o especies desconocidas? ¿Dioses aborrecibles?

Túnel barrido por tempestades irreales. Continuamos. Los anillos vibran, retumban con ruidos espectrales, aullidos abominables, voces distorsionadas, luz fundida, rayos eléctricos como latigazos sobre metal. Vamos sobrecogidos, como hojas en una tempestad. Allá a lo lejos, un blanco simbiótico parece anunciar la salida.

De pronto desaparece la gravedad y flotamos en el camino. Pero no sabemos desplazarnos en esas condiciones. Intentamos servirnos de los anillos que forman las paredes para avanzar pero nuestras manos desaparecen en la materia inaprensible, más que gas, átomos en libertad, ¿qué sé yo? Y allí estamos dando zarpazos a una arquitectura imposible. Meto el brazo hasta el hombro, nada toco; la pierna hasta la ingle, nada. La médium me imita, mete la cabeza, medio cuerpo...Y desaparece. La llamamos a viva voz pero no nos oímos ni a nosotros mismos. ¿Qué habrá sido de ella? Apenas si podemos preguntárnoslo porque el túnel cambia, los anillos se separan, entre ellos aparecen zonas de oscuridad, como si atravesáramos áreas negras, una noche eterna. Enseguida, fuerzas irreconocibles nos proyectan hacía adelante, al círculo blanco que creemos la salida. Pero no es así, numerosas galerías se abren en el túnel, a los lados, arriba y abajo. Y lo que era un único camino se convierte en un laberinto. Y la fuerza que nos mueve, nos dispersa, como el viento dispersa las hojas caídas.

Y pronto estoy solo, perdido, camino de un universo que me atrae, me traga, para el que estoy destinado. Como los demás han ido a parar a su universo paralelo al cual estaban destinados...

La fuerza de atracción aumenta, voy a toda velocidad, las paredes son formas borrosas, los sonidos, un único sonido irreconocible, el círculo blanco llega, hago ademán de saltar, como a una piscina, como si rasgara con mi impacto una membrana virgen...

Caigo despacio, salgo, ruedo por un suelo nuevo a una existencia paralela. Allí hay una llanura cubierta de algo como algodón, extrañas montañas en sierra, de color rojo, ruidos desconocidos, luces y ambiente distinto...

Una especie de para-yo espera a que me levante. Cuando lo hago me mira con odio y dice:

-¡Uno de los dos sobra aquí!

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