lunes, 25 de junio de 2012

HERIDAS


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TRANSPLANTE

Sonó el teléfono y preguntaron por mí. Era de la Oficina de Trasplantes del Ministerio de Sanidad. Había dos hígados disponibles en el hospital. Uno podía ser para mí si se demostraba una mayor afinidad con mi cuerpo que con la de otros dos candidatos.

Me moví con rapidez y acudí al hospital. Tras las pruebas pertinentes y con una prisa extrema fui elegido y preparado en el acto para someterme a la operación de trasplante. No había tiempo que perder ya que los injertos peligraban...

Desperté rodeado de máquinas, tubos, cables y personas uniformadas con la boca cubierta por mascarillas. Lucecitas parpadeaban si cesar, alarmas salían una y otra vez de mí, movilizando a los que me atendían.

Con su ayuda fui recuperándome.

Pasé a planta y tuve una infección viral que retrasó la consolidación del trasplante y debilitó mi nuevo órgano.

Me dieron un alta provisional bajo severa vigilancia, dieta estricta y fármacos inmunodepresores en prevención del rechazo.

Pero las infecciones me atacaron sin cesar y me vi necesitado de mas ingresos hospitalarios y largos tratamientos. Hasta que tras otra recaída con fiebres altas se manifestó el rechazo colocándome en situación de perder el injerto y abocarme a una muerte segura.


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SANA SANA CULITO DE RANA

- Hay heridas típicas, la del corte del jamón es una de ellas. Si se hace mal y el ímpetu desarrollado por el lonchero no se llega a controlar, el cuchillo se precipita sobre la mano y propina un corte laminar de considerable longitud y profundidad, necesitado de sutura en un buen número de casos.

- También está el corte de la lata de conserva. Es así: llegas, tomas la lata con la izquierda, haciendo pinza, con la derecha tomas la anilla y tiras fuerte, ¡zas!...¡Te raja!

- Mira, haciéndome el bocadillo, el pan encima de la mano, tomo un cuchillo largo y lo hundo, me despisto y ¡chas!, me lo clavo en el palma, ridículamente, casi me la atravieso, mira, mira la señal.

- Yo conozco a una que cortando embutido con un bisturí se le fue la mano y se dio un tajo, tío, un tajo en el dorso de la mano que se cortó venas, tendones y de todo...

- Y a mí, a mí, con una botella, se me rompió entre los dedos y mira, mira qué cicatriz, cuatro puntos me dieron, y a lo vivo, a lo vivo.

- El otro día, una tía del trabajo se clavó una tijera en el muslo. Estaba intentando soltar una costura apoyándose sobre la pierna, cedió de repente y se clavó la tijera en el muslo. Se mareó. ¡Era de profunda la herida! Tres centímetros...¡O dos por lo menos!

- Una vecina mía que tiene las uñas muy largas, larguísimas, metió la mano en el frigorífico deprisa, deprisa para coger una tónica y se enganchó en una de las rejillas metálicas con un reborde de soldadura, fue a sacar la mano deprisa, deprisa y se arrancó la uña de cuajo, tía, le quedó colgando de un hilito, agggg...

-¡Ay, no cuentes esas cosas!

- Tú si que habrás visto heridas.

- Por supuesto, de esas morbosas totales. Fíjate, una vez vi a un tipo en una UVI al que le habían rajado la cabeza como a un melón. Fue en una obra, hubo una pelea y le pegaron con una pala, así, en horizontal, en toda la cara, y le abrieron la cabeza desde el ojo derecho casi hasta el occipital, se le veía el cerebro ensangrentado...

-¡Qué horror!

- Y otro por aplastamiento: lo pilló la pala de una excavadora contra una pared. Casi lo parte por la mitad. Yo entré con una máquina de rayos al quirófano de trauma y allí estaba el tipo encima de una mesa. La pala de acero lo había pillado por la cadera y la había aplastado el hueso ilíaco derecho, cabeza del fémur, con toda la articulación, costillas, vértebras... Un desastre. Y órganos reventados... Gritaba desesperado: ¡Haced algo, haced algo!... No sé qué fue de él...

- Ah, pues yo a lo más que he llegado en mi vida ha sido a pincharme con una aguja, y eso cuando era chica. Recuerdo que estaba enredando, enredando y zas, ¡un picotazo!, me salía sangre y todo. Me puse a llorar, hasta que llegó mi mamá, me limpió con un pañuelo y me dijo: sana sana culito de rana.

34

HISTORIA DE UNA ESQUIRLA

A Javi “albañilato” se le clavó una esquirla metálica en el ojo cuando usaba la radial.

Lo llevaron a urgencias del hospital y no se la dejó sacar.

Imposible. Tiró todo “a tomar por culo” y le gritó a la oftalmóloga.

Paciente conflictivo. Fuera.

Se fue satisfecho, convencido de que había hecho lo que debía, sí señor.

Se corrió la voz: Javi “paletilla” se ha clavado en un ojo... A Javi albañil la ha saltado a un ojo...

Y el ojo se le puso como un tomate.

Entonces comenzó a llamarle todo dios:

- Oye, Javi, tío, ¿qué ha pasado?

- Javi, Javi, tío, que me he enterado que tienes un ojo mal.

-¿Pero qué pasa, tronco, qué ojo es ese?

Y se preocupaban por él, le hacían la compra, la comida, asuntillos, le daban compañía.

El ojo evolucionaba a ojos vista.

- Javi, tío, ¿qué pasa con el ojo?

- ¡Ojo, tío, con el ojo!

-¿A donde hay que ir a mirar?

-¡Tío, tío, cuídate no pierdas la vista!

-¡Colirio, colirio!

Parecía que el mundo entero se abatía sobre él. Pensó lo pensable, pero una fuerza irracional lo dominaba:

¡Nadie tocaría su ojo!

Se hizo con una pinza de las cejas, se puso delante del espejo y se extrajo él mismo la esquirla, hurgando a su manera.

Resultó bien y rápidamente notó mejoría.

- Javi, tío, debes volver al hospital inmediatamente.

- Javi, ¿qué hay que hacerte?

- Voy p´allá, Javi.

- Ese ojo lo arreglamos como sea.

Explotó:

-¿Ojo? ¡Yo no tengo ojo!



35

HIBERNACIÓN.

El millonario Oxí entró en la sala de hibernación a ver a su hijo.

Las lágrimas se le saltaron ante la hilera de pseudocadáveres que se alineaban en las vitrinas de cristal. El decimoséptimo era Xam... Sólo era un cuerpo congelado que se entregaría a la ciencia dentro de cien años.

Él no lo vería.

Pensó:

- Parar, coagular el tiempo, el vendaval sin fin de la entropía ralentizado... ¡Pero no es inmortal!
- murmuró. -¡Pobre Xam!, mis huesos serán ceniza y los tuyos hielo... Destino, yo te reto, destino. ¡Pobre Xam! - sollozó. -¡Muerte, hija de puta, te desafío, te desafío!

Las lágrimas acudieron otra vez a sus ojos y aparecieron en las mejillas...

- AA AA AAA AAAA AAAAAAA...

Se le acercó un empleado.

- Debe firmar aquí, señor.

Firmó sin mirar.

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