martes, 26 de junio de 2012

UNA CRUZ PARA DOS


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UNA CRUZ PARA DOS

En la antigua Vettonia, las legiones romanas capturaron a dos guerrilleros ibéricos. No se molestaron en hacer más que una cruz.

- Podréis charlar un poco. - Les dijeron.

-¡Oh guerrilleros!

Y apoyaron la cruz en el suelo sobre un brazo y los ataron a ambos, uno por cada parte. Metieron el tronco en el agujero y los alzaron.

Los legionarios se quedaron a la expectativa.

Pronto comenzaron a oír los jadeos y movimientos de los cuerpos. Los crucificados se cansaban más y más, resoplaban, se desvanecían en el aire, gloriosos y miserables, pavesas de la oleada humana.

Y uno le dijo al otro.

- Hermano, el sol me ciega.

- No importa, ¡no cierres los ojos, no cierres los ojos, no cierres los ojos!

Y se quedó con los ojos abiertos, violentamente, llorando, abrasados por el sol...

Los legionarios se acercaron a verlo.

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