viernes, 29 de junio de 2012

LA OFICINA DEL DOLOR




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LA OFICINA DEL DOLOR

A la oficina del dolor acudía la gente más desorientada de la ciudad de Modelo. La mayoría de ellos equivocados, dispuestos a desprenderse de tan molesto acompañante.

Pero allí no se iba para abandonar el dolor, se iba para adquirirlo.

Las explicaciones eran claras y contundentes. La filosofía se la sabían hasta las secretarias.

- Rellene estos impresos.

El aspirante los rellenaba.

- No acudirá usted a analgésicos, médicos, curanderos, ni nadie por el estilo. Está prohibido suicidarse, nos interesan ustedes dolorosos pero vivos. Firme aquí.

Y firmaban. Los pasaban a una sala de espera y uno a uno los introducían en la consulta. En ella un equipo le hacia una somera revisión médica, un test de preguntas y listo.

-¿Porqué ha venido usted a nosotros?

- Porque mi vida carece de sentido.

- Bien, nosotros se lo daremos. Es usted un candidato ideal. El mundo va hacia la locura. Atajémosla con una locura mayor. Un ejercito de dolorosos se extiende por la sociedad, invisible pero eficaz. Solo con dolor puede haber solidaridad.

Y recitaban tales iluminaciones de rutina.

- No vamos a engañarle - le explicaban ya sentado ante la máquina inyectable. - Confiamos más en nuestra técnica que en nuestra doctrina... Vamos a introducirle por vía intravenosa un conjunto de moléculas que actuarán de catalizadores metabólicos permanentes y lo convertirán a usted en un "doloroso".

La máquina era manejada con rapidez y precisión. Hacia ¡zas! y con rapidez entraba en la vena un líquido amarillento que en un instante le producía algo de vértigo y mareo.

- El dolor será el fondo de su vida de ahora en adelante, deberá aprender a controlarse y a vivir con él, deberá usarlo en beneficio de todos.

La puerta de la sala de inyección daba a un largo pasillo que terminaba en un vestíbulo de salida de la Oficina del Dolor.

Los nuevos adeptos salían tambaleándose, con fuego en los ojos y un rictus enfermizo en el rostro.

Luego se integraban a la comunidad y con sus obras y proselitismo minaban la dura sociedad Modelo.


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