martes, 17 de julio de 2012

VISIONES DE LA BOLA MÁGICA

 



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VISIONES DE LA BOLA MÁGICA

- Soy una bruja estupenda. Te voy a comer un poco... Además de curarte los huesos, claro. ¿Esto nunca se pone paralítico? Je je. Soy cachonda para ti, porque me gustas algo, je jeje. Soy muy bruja, ¿sabes?, te tengo hechizado... Los brebajes que te doy no son lo que te dije, je, soy una bruja de verdad, de las que quemaban antes, sí, sí...

Ahora es un prestigio. Si una tiene magia, todo son facilidades. ¿Quién se atreve conmigo? ¿Quién? ¿Que eres un espía? ¿Que eres policía?, je je je... Me gustas algo. Pero lo mismo te hago un conjuro y se te para el corazón. Soy una experta en infartos, ¿sabes?, ji, ji, ji...



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ABOMINACIÓN ESTÚPIDA

Perico salió de casa por la mañana. Era un día lluvioso de otoño. Caminó por las calles mojadas hasta la boca del metro. Vestía vaqueros y cazadora de cuero, exhibía ademanes de chulo de barrio y estampa de duro de gimnasio, ligón y simpático.

Pero la fortuna le había dado la espalda ese día y para siempre.

En una estación entraron unos colgados armando escándalo y pidiendo dinero a la gente. Amenazaron a varios hombres, le rebuscaron el bolso a algunas mujeres, empujaron a un estudiante y golpearon a una anciana que osó protestar.

Demasiado para Perico. Cogió a uno de los macarras por el cogote y le estrelló la cabeza contra una ventana del vagón. Cayó fulminado. Los otros se revolvieron como fieras. Se le acercaron mascullando insultos. Perico los recibió con patadas y golpes de karate. Los viajeros gritaban aterrorizados. Perico peleó bravamente, recibió puñetazos, intentaron inmovilizarlo, imposible, no paraba quieto, elástico y fuerte, pegaba más que recibía.

Pero la suerte estuvo contra él. Al frenar el tren en la siguiente estación, perdió el equilibrio y cayó al suelo. Todo ocurrió en unos segundos: uno de los chorizos arrebató el paraguas a una chica y blandiéndolo de arriba a abajo se lo incrustó en la cabeza a través del ojo derecho...

Perico tuvo un espasmo tremendo y quedó inmóvil. Los viajeros gritaban aterrorizados.

Al abrirse las puertas, los macarras se precipitaron hacia ellas y huyeron despavoridos. Las mujeres se tapaban los ojos y lloraban, varios hombres vomitaron. Los nuevos viajeros contemplaron espantados el cuerpo de Perico tendido en el suelo con el paraguas profundamente clavado en el ojo.

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