martes, 10 de julio de 2012

MULTIPLICACIÓN HUMANA




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MULTIPLICACIÓN HUMANA

Kamil fue secuestrado una mañana de verano y conducido a un lugar desconocido, con los ojos vendados.


Al despertar se encontró dentro de una cruz de cristal que formaba parte de un círculo de cinco cruces del mismo tipo.

Solo la suya estaba ocupada e iluminada por una luz blanquísima. Las otras permanecían oscuras, enlazadas todas ellas por tubos de distinto calibre.

De su cruz salían finas láminas de vidrio que parecían alimentar a las otras. Era un sistema complicado que Kamil no comprendía.

Una voz oculta y metálica le habló.

- Buenos días, amigo. Te habla el profesor Wurgher. Te comunico que has sido elegido para formar parte del Ejercito de la Fusión Mundial. No digas nada. ¡Estás en el laboratorio de multiplicación elemental! Por un método electrónico de fusión fría de gradiente positivo, vas a ser sometido al proceso de la multiplicación personal. Como no merece la pena explicarlo detalladamente vamos a proceder...

Y una música infernal de ruidos mecánicos, borbotones, estampidos, rayos, crujidos, etc., etc., se desencadenó sobre él, poniéndole los pelos de punta. Corrientes eléctricas le estremecieron, fuerzas magnéticas le hicieron levitar, vibraciones increíbles le sacudieron, radiaciones, resonancias, aspiraciones, gases y otras fuerzas incidieron sobre él y le zarandearon hasta dejarlo exhausto y sudoroso. Hubo un momento en que sintió una succión general, como si le arrancaran el ser.

Los motores zumbaban frenéticos. Entonces perdió la consciencia.

Al despertar, respirando entrecortadamente, cansado hasta el alma, pudo distinguir las otras cruces iluminadas y en ellas, cubiertos por una neblina blanca, se movían, cuatro individuos, ¡oh no!, exactamente iguales a él, pero mejores.

Enseguida, y muy lentamente, el círculo se deshizo y su cruz fue sacada por una galería, depositada en una mesa y abierta. Dos operarios le sacaron como del ataúd y le ayudaron a sostenerse. Al salir de la estancia volvió la cabeza: los otros cuatro esperaban en la galería su turno de apertura. En sus rostros pudo observar gestos familiares de juventud.

Casi en volandas le introdujeron en un coche, le dieron una bebida y trataron de calmar sus alucinaciones. Enseguida se durmió.

Cuando se despertó estaba en el banco de un parque, era de noche y le dolía todo el cuerpo. El recuerdo de lo sucedido le vino a la mente, pero no se lo creía.

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