lunes, 16 de julio de 2012
MARIHUESOS ESPIRITUAL
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MARIHUESOS ESPIRITUAL
Esto era una anoréxica que se iba transformando en espectro.
Se miraba al espejo y lloraba:
- Estoy gorda, estoy gorda, estoy gorda…
Sílfide de los hilos sagrados, fantasma ambulante de báscula. Se veía a través de su cuerpo el jarrón de flores.
- Estoy gorda, como un cachalote. Todo el mundo me mira. Los chicos se burlan y me llaman foca al pasar.
Hacía gimnasia cuatro horas y vomitaba diez veces al día. Flaca y demacrada, se encerraba en casa y no salía nunca.
- ¡Estoy como una vaca! ¡Cómo una vaca!
Lloraba y pataleaba. Reina de las dietas ascéticas y de los laxantes. Con un cacahuete tenía alimento para una semana. Y aún se controlaba.
- No sea que me pase.
Y bebía agua, litros y litros de agua. Y hacía ejercicio compulsivamente, cientos de flexiones y abdominales.
- ¡Una ballena, me voy a poner como una ballena!
Pesaba veinte quilos menos que su peso normal, se podía salir por una manga. La cara chupada, las piernas, dos palillos mondadientes.
- ¡Soy una hipopótama!
Ni médicos, ni hospitales, ni clínicas.
- ¡Ah, qué inmensa estoy! ¡Me voy a suicidar!
Pero no hacía falta, al paso que iba, se moriría sola.
Enfrentaba a los padres y le hacía la vida imposible a todo el mundo. Parásito de la nada, vegetar era su único fin.
- ¡Qué gorda estoy! ¡Qué foca! ¡Qué ballena! ¡Casi soy una elefanta! ¡Me quiero morir, morir!
Espectro de carne y hueso, sólo le faltaba un empujoncito para convertirse en espíritu.
- ¡Sí, pero un espíritu gordo, como un globo, bua, bua, bua…!
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