martes, 17 de julio de 2012

FORNICACIONES VARIAS





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FORNICACIONES VARIAS

Miki acabó casándose con Sonia después de haber estado interesado en su hermana Berta que no le hizo ningún caso.

Varios años después coincidieron todos en la casa familiar del campo. Allí estaba la hermana mayor, Carmen, aún soltera y de buen ver, un hermano y muchos niños.

Miki comenzó a sentir por su cuñada un cierto deseo y ella coqueteaba. En esto llegó Berta con su familia, dos niños y un mecánico panzudo que estuvo el fin de semana y se volvió a Madrid de Rodríguez.

Berta estaba jamonita y guapetona, pero algo apagada. Bueno, nunca había sido encendida y su aventura matrimonial algo desesperada.

Intimaron un poco, se relajaba con él. Miki lo tuvo claro y un día que su mujer y la hermana mayor habían ido de compras a una ciudad cercana, lavando los platos le metió mano. Le habían dado de comer a los niños que desaparecieron rápido mientras ellos fregaban la vajilla.

Berta se dejó acariciar los pechos y la ingle mostrando algo de fastidio. Y Miki iba abriéndose camino por partes delicadas. Para ella ceder era un paso muy importante, para él también.

Y en la hora profunda de la siesta Berta le dio a disfrutar su cuerpo al antiguo enamorado. No había conocido más hombre que a su marido y ahora Miki le gustaba más. Se entregó temerosa, para, poco a poco, ir cogiéndole el gusto.

Se acaramelaron y los siguientes días estuvieron buscándose, consiguiéndolo en el campo, con una clandestinidad y aparatosidad fascinante.

Amor prohibido, se decían, amor prohibido, se consumían el uno al otro cuando conseguían copular.

Y en otros momentos se cultivó a la solterona. ¡Qué miradas intensas! ¡Qué romántica de andar por casa! Buscaba el adulterio con ganas. Y lo consiguió.

Un día fue él quien la acompañó al hipermercado. Estaba deseante de deseada. Miki no sabía cuando comenzar. No quería cometer imprudencias. Viaje, compras, bar, compras, comida, Miki se inventó un pequeño paseo turístico a la catedral. Los dos la conocían pero apetecía. Pasearon por las sombras de las calles estrechas y llegaron a la catedral, estaba cerrada.

Se acercaron a mirar desde la verja y se miraron ellos. Ya no esperaron más. Se besaron apasionadamente, se tocaron con ansia. Tenían que ir a alguna parte a hacer el amor.

Y se fueron a la vega, buscaron un rincón solitario y se enfrentaron. Carmen lo deseaba sobre todas las cosas, llevaba una semana tirándoselo en la mente. Lo sometió a una sesión de sexo duro.

Volvieron a media tarde. El calor aún apretaba. La gente estaba desparramada por la casa de campo, cada cual a lo suyo. En un momento dado Miki subió a la terraza y encontró allí a Berta tendiendo la ropa. Cambiaron impresiones. Estaba en lo suyo cuando ella lo llamó, miró y vio que se había subido el vestido y no llevaba nada más, le enseñaba el culo moviéndolo pícaramente. Fue hacia allá y la tomó tal cual, ella recostada en la lavadora.

Por la noche Sonia se le abrió de piernas espectacularmente, también quería su ración. Miki un poco harto tuvo que dársela.

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