martes, 17 de julio de 2012

ESCRIBIENDO A LATIGAZOS





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ESCRIBIENDO A LATIGAZOS

Como me dediqué a escribir más de mil cuentos (MMC) llegó un momento en que no podía más.

Entonces busqué, comparé y contraté a una gente que trabajara para mí según unas condiciones.

Bastó con un anuncio en el Segunda Mano para que acudieran a la oferta como moscas.

Seleccioné un grupo y, por cuatro perras, los tenia las horas pensando y escribiendo.

Como me gustaba sugestionarlos me disfrazaba de patrón literario y con un látigo dirigía el cotarro.

- A ver, diez minutos: motos, camiones y otras tocadas de cojones.

Zas, zas, zas, el látigo silbaba sobre sus cabezas.

Agotado el tiempo, fuera papeles.

- El infinito masturbador.

Se empleaban sobre el rollo.

Si alguno osaba protestar le ondeaba el látigo cerca.

- El tío más cojonudo del mundo.

No se oía ni una mosca y como sabia que escribían sobre mí y me ponían verde, restallaba el mando y los despojaba de su desquite.

- El faraón, la pirámide, la eternidad y su puta madre.

Los dejaba que se enrollaran y cuando estaban más tranquilos blandía el elástico y zas, zas, zas, y esta vez les daba.

Protestaban, pero ya se sabe, gajes del oficio, sugestión ambiental y estética, técnica americana, todo eso.

- Matadero histórico.

Zas, zas, zas, sobre burros, dientes y gitanos, comunistas y cristianos, jóvenes y ancianos, cerdos y marranos, cornudos y paganos, Nerón y Diocleciano, escritores y escribanos...

¡De lo que sea, hostia, de lo que sea! ¡Escribid, cabrones!

!Zas, zas, zas, zas!

Sí, tíos, sí, se avanza hacia los más de mil cuentos (MMC)

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